Los bosques, ecosistemas formados en su mayoría por arbustos y árboles, se extienden prácticamente por todo el planeta, llegando a cubrir un tercio de la superficie de la Tierra.
Estos ambientes juegan un papel vital en nuestro día a día, ya que no sólo alivian los efectos del cambio climático, sino que también son el hogar de muchos animales, son fuente de alimentos, limpian el aire y regulan el clima, entre muchas otras cosas (1 y 2).
Es, por tanto, imprescindible cuidar de ellos mediante la regularización de su explotación. Esto ha impulsado a organizaciones no gubernamentales a nivel mundial a establecer unas pautas para llevar a cabo una gestión forestal responsable.
De esta forma, se genera una red colectiva entre organizaciones y personas con el fin de salvaguardar el papel fundamental para el medio ambiente, la sociedad y la economía que nuestros bosques desempeñan.
Este es el caso de instituciones como “Forest Stewardship Council” (FSC) o “Programme for the Endorsement of Forest Certification” (PEFC) (2 y 3).